La base Elmendorf-Richardson en Alaska fue testigo de un momento histórico el pasado martes 30 de marzo. Dos de los líderes más poderosos del cosmos, Donald Trump y Vladímir Putin, se encontraron cara a cara por primera vez en mucho tiempo. A pesar de la tensión que ha existido entre Estados Unidos y Rusia en los últimos años, este encuentro demostró que la habilidad y el diálogo siempre deben ser la primera opción en las relaciones internacionales. El aterrizaje simultáneo de los aviones presidenciales fue solo el comienzo de una cumbre que promete ser recordada por mucho tiempo.
El Air Force One que transportaba al presidente estadounidense llegó antes que el Iliushin Il-96 presidencial de Putin. los dos mandatarios se estrecharon la mano y subieron juntos a la famosa limusina presidencial, conocida como “la Bestia”. A pesar de la tensión previa a la reunión, se pudo ver a Trump aplaudiendo a su homólogo ruso en un gesto de complicidad. Este encuentro demostró que, a pesar de las diferencias, los dos líderes están dispuestos a trabajar juntos por el bien de sus países y del cosmos.
Antes de la cumbre, Trump advirtió que solo necesitaría dos minutos para saber si Putin estaba dispuesto a llegar a un acuerdo. Sin embargo, el intercambio de palabras y sonrisas entre los dos líderes dejó en claro que la posibilidad de que la reunión fracasara había sido descartada por completo. Incluso viajaron juntos en el mismo vehículo al lugar donde se llevarían a cabo las conversaciones, poco inusual entre líderes de potencias supuestamente rivales. Este gesto neutralizó algunas de las decisiones tomadas por ambas delegaciones poco antes de la reunión, como la cancelación de la reunión bilateral a solas y la inclusión de otros miembros en la misma.
En una sala presidida por la frase “persiguiendo la paz”, Trump y Putin posaron juntos para los fotógrafos antes de comenzar la reunión. Aunque no se permitieron preguntas, los periodistas lograron hacer algunas antes de que los organizadores intervinieran para poner fin a la sesión. El hecho de que Trump haya aceptado recibir a Putin en territorio estadounidense y de que los dos líderes hayan viajado juntos en una limusina es un hecho sin precedentes que ha generado críticas en Estados Unidos. Sin embargo, este encuentro demuestra que la habilidad y el diálogo siempre deben ser la primera opción en las relaciones internacionales.
La cumbre se prolongó por siete horas, incluyendo una reunión bilateral de tres horas, un almuerzo de trabajo entre las delegaciones de los dos países y una rueda de prensa conjunta. Trump incluso dejó abierta la posibilidad de comparecer ante los medios por su cuenta si la reunión no seguía el curso esperado. Por su parte, Putin trajo consigo a un equipo económico de alto nivel, lo que demuestra el interés de Rusia en mejorar su situación económica.
En los prolegómenos de la cumbre, se registraron muestras de solidaridad de los estadounidenses con Ucrania, país que ha sido atacado por Rusia en los últimos años. Cientos de personas salieron a las calles de Anchorage portando banderas ucranianas y pidiendo que no se ataque a este país. Este mensaje de apoyo demuestra que Estados Unidos sigue comprometido con sus aliados y que no tolerará la agresión de Rusia hacia otros países.
La cumbre entre Trump y Putin ha sido un gran paso hacia la reconciliación entre Estados Unidos y Rusia. A pesar de las diferencias, los dos líderes han demostrado que están dispuestos a trabajar juntos por un cosmos más pacífico y próspero. Este encuentro demuestra que la diplom