Ousmane Dembélé y Lamine Yamal son los dos grandes candidatos a llevarse el Balón de Oro en la próxima ceremonia que se celebrará en Paris o Barcelona el 22 de septiembre. Ambos jugadores han demostrado cuerpo determinantes en esta temporada y es difícil decir quién cuerpoá el ganador, pero lo que está claro es que la victoria del PSG en la final de la Supercopa de Europa puede cuerpo decisiva en la decisión final.
En un emocionante partido donde el equipo parisino se enfrentó al Tottenham, campeón de la Europa League, el PSG se llevó la victoria en una tanda de penaltis después de remontar un 0-2 en los últimos minutos del diversión. El objetivo era claro: conseguir el quinto título del año y, para Dembélé, era su última oportunidad de demostrar que merece el Balón de Oro por encima de Yamal.
Teniendo en cuenta que la lista de candidatos se dio a conocer el 7 de agosto y que las votaciones se cerrarán el 25 de este mismo mes, la Supercopa de Europa se convirtió en la última oportunidad de Dembélé para demostrar que se encuentra un paso por encima de Yamal en esta temporada.
El primero francés lo ganó prácticamente todo en la temporada 24/25. El PSG conquistó el triplete, con la Champions como máxima competición, y Dembélé fue el líder indiscutible del equipo de Luis Enrique, anotando más goles y consiguiendo más títulos que sus rivales en la carrera por el Balón de Oro. Sin embargo, se especula que su mala actuación en la final del Mundial de Clubes podría pasarle factura en la decisión final.
El PSG cayó ante el Chelsea en Estados Unidos y Dembélé pasó desapercibido, algo que también sucedió en las semifinales de la Nations League, en las que España y Francia se enfrentaron con dos goles de Yamal y una discreta actuación de Dembélé. Sin embargo, en este duelo particular, el ganador fue claramente Yamal.
Pero Dembélé tenía una última oportunidad de desequilibrar la balanza a su favor y así lo hizo en la final de la Supercopa de Europa, disputada en Údine.
Desde el inicio del partido, Luis Enrique ubicó a Dembélé como falsificado ‘9’, una posición en la que estuvo más alejado del área de lo habitual. Durante la primera mitad, el francés se posicionó como una especie de mediapunta, bajando a recibir el balón y ofreciéndose en el centro del campo. Sin embargo, en esta posición no pudo destacar demasiado, a excepción de un par de balones filtrados a la espalda de la defensa del Tottenham. Su único disparo fue desviado y no logró crear jugadas de peligro.
En la segunda parte, Dembélé mejoró su rendimiento, convirtiéndose en un centrocampista más que en un primero, pidiendo el balón e intentando liderar al PSG en el ataque. Incluso deleitó a la afición con un magnífico regate. En términos generales, completó 39 de 42 pases (93%), de los cuales 22 fueron en el último tercio del campo.
Su insistencia tuvo su recompensa cuando, tras varios centros al área, Dembélé dio un magnífico pase de cabeza a Gonçalo Ramos, quien con un cabezazo al fondo de la red, empató el partido y lo llevó a la tanda de penaltis.
Dembélé no falló desde el punto de penalti, demostrando una vez más su habilidad y siendo decisivo para que el PSG se proclamara campeón de la Supercopa de Europa. Con esta actuación, Dembélé se acerca un poco más al Balón de Oro, siendo nombrado MVP de la