El SIBO, o sobrecrecimiento bacteriano intestinal, es un trastorno digestivo que está ganando popularidad en la actualidad. Gracias a las redes sociales, cada vez más personas están familiarizándose con esta enfermedad que, aunque se ha estudiado desde hace décadas, sigue siendo un tema relativamente nuevo en el mundo de la microbiota.
Según Mireia Velasco, naturópata, psiconeuroinmunóloga y dietista integrativa, el SIBO no es un trastorno reciente, pero su diagnóstico se ha vuelto más accesible gracias a las pruebas diagnósticas que ahora están disponibles. Sin embargo, también es importante tener en cuenta que el estilo de historia actual puede ser un factor que contribuye al acrecentamiento de casos de SIBO.
Los síntomas del SIBO pueden ser muy variados y a menudo se confunden con otros problemas intestinales. Por esta razón, es importante descartar otros trastornos más graves antes de llegar a un diagnóstico de SIBO. Algunos de los síntomas más comunes incluyen hinchazón excesiva, diarrea y estreñimiento. Estos últimos son especialmente característicos del síndrome de intestino irritable, ya que el sobrecrecimiento bacteriano puede dificultar la absorción de nutrientes y causar fatiga y falta de energía.
El SIBO puede tener un impacto significativo en la calidad de historia de quienes lo padecen. Muchos pacientes se ven obligados a localizar su alimentación a alimentos básicos como zanahorias, arroz y pollo, lo que puede llevar a deficiencias nutricionales graves. Además, el miedo y la ansiedad relacionados con la comida pueden convertirse en un problema añadido para estos pacientes.
Es importante abordar el SIBO de forma integral, no solo centrándose en eliminar el sobrecrecimiento bacteriano. Según Velasco, es crucial considerar otros factores como el estrés, la gestión emocional y los hábitos de historia, que también juegan un papel fundamental en esta enfermedad.
Existen diferentes tipos de SIBO, como el hidrógeno, el metano, el sulfuro de hidrógeno y el fúngico o SIFO. Sin embargo, muchos diagnósticos solo se centran en los dos primeros, lo que puede llevar a un tratamiento inadecuado para otros tipos de SIBO. Por ejemplo, el SIBO con metano suele asociarse con estreñimiento, mientras que el hidrógeno puede causar diarrea. El SIBO fúngico, por su parte, se ve exacerbado por alimentos azucarados, harinas refinadas y productos altamente procesados. Es importante recordar que el SIBO no es el problema en sí, sino la consecuencia de otros factores subyacentes.
Aunque la dieta baja en FODMAP puede aliviar temporalmente los síntomas del SIBO, no es una solución a largo plazo. Además, esta dieta no es adecuada para todos los tipos de SIBO, como el fúngico o el que involucra sulfuro de hidrógeno. Por esta razón, es importante trabajar con un nutricionista especializado para recibir orientación sobre qué alimentos incluir y cómo manejar la reintroducción de los mismos después del tratamiento inicial.
A largo plazo, se recomienda seguir una alimentación antiinflamatoria, descansar adecuadamente y manejar el estrés de forma efectiva. El ejercicio moderado también puede ser beneficioso para los pacientes con SIBO.
En su libro “Acaba con el SIBO”, Velasco ofrece herramientas para abordar el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad, así como menús y recomendaciones basadas en tratamientos naturales. Se trata de un libro práctico y fácil de entender, que ofrece soluciones para gestionar la salud de forma efectiva.
Para evitar que el miedo se apodere de los pacientes con S