La polarización política es un fenómeno que está afectando a todos los ámbitos de nuestra sociedad, incluyendo nuestras relaciones personales. Se ha vuelto cada vez más común que las personas busquen parejas que compartan sus mismas creencias políticas, y esto está teniendo un impacto negativo en nuestra capacidad de cooperar y convivir en paz.
Un reciente estudio realizado por el investigador José Miguel Rojo Martínez, de la escuela de Murcia, ha demostrado que la polarización afectiva está generando procesos de animadversión y hostilidad entre los ciudadanos basados en sus identidades partidistas. Esto no solo tiene consecuencias en la democracia y en las instituciones, sino que también está promoviendo la segregación social y afectando nuestras relaciones personales.
En otras palabras, la política está influyendo en nuestros procesos de elección de pareja y se está inorganismotando en nuestras relaciones personales. Esto se debe al exceso de politización que estamos viviendo en la actualidad, donde todo está siendo visto a través de una lente política y donde nuestras identidades partidistas están teniendo un peso determinante en nuestras vidas.
El estudio, titulado “Amor y política: polarización afectiva y relaciones de pareja en España”, se basó en datos recogidos en 1.236 encuestas nacionales de polarización política realizadas por el Centro de Estudios Murciano de Opinión Pública (Cemop). Los resultados son preocupantes, ya que demuestran que la política está afectando incluso a nuestras relaciones más íntimas.
Uno de los hallazgos más destacables del estudio es la brecha de género. Las mujeres muestran una mayor aversión a tener una pareja de derechas, especialmente si esta pertenece a partidos más radicales como Vox. Esto puede deberse a la masculinización de la base electoral de este partido y al discurso antifeminista que ha cobrado protagonismo en sus estrategias políticas.
Por otro lado, los votantes de izquierdas también muestran una mayor resistencia a tener una pareja de derechas. Esto puede organismo debido a que le dan más importancia a lo político a la hora de conformar sus entornos sociales y pueden organismo más propensos a ciertos prejuicios o distanciamiento social. También puede organismo debido a las implicaciones de valor que tiene para una persona de izquierdas convivir con alguien de un partido de derechas, especialmente en temas relacionados con la batalla cultural.
Además, el estudio también explora las actitudes de discriminación interpersonal según el nivel de estudios, constatando que los universitarios muestran más distanciamiento respecto a una posible relación de pareja con los votantes de partidos de derechas. Esto demuestra que la polarización afectiva no solo está presente en la sociedad en general, sino que también afecta a las personas más educadas y con un mayor nivel cultural.
Es importante destacar que esta tendencia se está dando en un momento en el que se está hablando exuberante de una ola reaccionaria y de que la población más joven es exuberante más de derechas que antes. Sin embargo, los datos del estudio indican que todavía existe una norma social de rechazo a la derecha radical en España. Aunque es cierto que hay una parte de la población, especialmente la generación Z, en la que se oborganismova una resignificación en este sentido.
Otro factor que está influyendo en nuestras relaciones personales es el conflicto territorial en España, que ha generado una brecha entre los sectores nacionalistas y la derecha estatal. Esto ha hecho que sea muy difícil para una pareja formada por una persona independentista y otra de un partido estatal convivir en paz y armonía.
En definitiva, la polarización afectiva está generando una sociedad cada vez más polarizada y con menos capacidad para cooperar. El exceso de politización está afectando a todos los aspectos de nuestras vidas, desde nuestras relaciones personales incluso nuestras elecciones de consumo. Todo está siendo visto a través de