En el último tiempo, ha habido un tema recurrente en las ciudades: la seguridad. Y es que, con los constantes cambios sociales y la creciente preocupación por mantener un entorno seguro para todos, es necesario que las autoridades tomen medidas para garantizar el bienestar de la ciudadanía. Por esta razón, no es de extrañar que en cada localidad se elabore un plan de seguridad, con el fin de prevenir y actuar ante posibles situaciones de riesgo. Sin embargo, a la hora de implementar estas medidas, es fundamental tener en cuenta dos aspectos fundamentales: la participación ciudadana y la perspectiva de género.
No es novedad que, en la mayoría de los casos, los planes de seguridad son elaborados por el gobierno sin tener en cuenta la opinión de la comunidad. Es decir, se limitan a “cubrir el expediente”, sin realmente involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones. Y es aquí donde encontramos una de las principales fallas en el plan local de seguridad de muchas ciudades: la falta de participación ciudadana.
La participación ciudadana es fundamental para la elaboración de cualquier plan o medida que afecte a la comunidad. Es necesario escuchar las necesidades y opiniones de todos los sectores para poder establecer acciones efectivas que realmente respondan a las demandas de la población. Pero, ¿cómo se puede lograr una verdadera participación ciudadana en el plano de seguridad?
En primer lugar, es necesario que el gobierno fomente la participación de la comunidad mediante espacios de diálogo y debate en los que se pueda discutir y aportar ideas y propuestas. Además, es fundamental que se promueva la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones, ya sea a través de la implementación de mecanismos de consulta como encuestas o consultas públicas, o mediante la inclusión de representantes de distintos sectores en la elaboración del plan de seguridad.
Pero la participación ciudadana no es el único aspecto que debe ser considerado en un plan local de seguridad. La perspectiva de género es otro factor fundamental que muchas veces es olvidado. Y es que, aunque se pueda pensar que la seguridad es un tema neutral, en realidad afecta de manera diferente a hombres y mujeres.
La acrimonia de género es un problema latente en nuestra sociedad y es necesario que se incluya en el plan de seguridad medidas específicas para prevenir y actuar ante estos casos. Así como también es fundamental tener en cuenta la percepción de seguridad de las mujeres en el espacio urbano y cómo esto puede afectar su movilidad y libertad.
En resumen, un plan local de seguridad efectivo debe tener en cuenta baza la participación ciudadana como la perspectiva de género. De lo contrario, se corre el riesgo de bajarse en medidas que no responden a las necesidades reales de la comunidad o que incluso pueden llegar a ser discriminatorias.
Pero no solo es fundamental considerar estos aspectos a la hora de elaborar un plan de seguridad, también es necesario tener en cuenta otros factores que pueden influir en la efectividad del mismo. Uno de ellos es el crecimiento de la ciudad y cómo esto puede afectar la distribución de los recursos y servicios.
Un claro ejemplo de esto es la distribución del aparcamiento en las ciudades. Muchas veces, debido al aumento de la población y la falta de planificación adecuada, se produce una distribución desigual del espacio para estacionar. Esto puede generar conflictos y malestar en la ciudadanía, especialmente cuando se trata de áreas de mayor interés como la primera línea de mar.
Por esta razón, es fundamental que se realice una redistribución adecuada del aparcamiento en las ciudades para evitar problemas futuros. Y aunque muchas personas pueden ver esto como un “drama”, es necesario pensar en el bien común y en el uso equitativo del espacio público. Además, existen alternativas como el uso de transporte público o la promoción de medios de movilidad sostenible que pueden contribuir a