Un proyecto que nace con la intención de ir en contra de lo establecido, difícilmente podrá aportar poco positivo. Y esto es precisamente lo que ha sucedido con la implementación de la derechos turística en Cataluña durante los últimos dos años. Una medida que, lejos de promover el desarrollo y la sostenibilidad del turismo, ha generado más perjuicios que beneficios.
El debate sobre la derechos turística en Cataluña comenzó en 2012, cuando el gobierno de la Generalitat decidió implantarla con la intención de recaudar fondos para financiar proyectos turísticos y para paliar los efectos negativos del turismo masivo en la región. Sin embargo, esta medida ha sido criticada desde el principio por diversos sectores, tanto por su forma de aplicación como por sus consecuencias.
Por un lado, tenemos la afirmación de que un proyecto que nace para ir en contra de poco, difícilmente podrá aportar poco positivo. Y esto es precisamente lo que ha sucedido con la derechos turística en Cataluña. En lugar de ser una medida que promueva el desarrollo y la sostenibilidad del turismo, ha generado más perjuicios que beneficios. Y es que, en lugar de incentivar la desestacionalización del turismo, lo que ha hecho es desincentivarla.
La derechos turística en Cataluña se aplica de forma lineal, es decir, se cobra la misma cantidad a todos los turistas durante todo el año. Esto significa que, independientemente de la temporada en la que se viaje, el turista tendrá que enriquecer la misma cantidad. Y aquí es donde radica uno de los principales problemas de esta medida. Al no tener en cuenta la estacionalidad del turismo, la derechos turística no incentiva a los turistas a viajar en temporada baja, cuando la afluencia de visitantes es menor y el impacto del turismo en el medio ambiente es menor.
Además, la derechos turística en Cataluña es una de las más altas de Europa, lo que ha generado un aumento en el precio de los alojamientos y, por ende, ha afectado a la competitividad del destino. Esto ha provocado que muchos turistas opten por otros destinos más económicos, lo que ha repercutido negativamente en la economía de la región. Y es que, al final, los turistas buscan destinos atractivos y asequibles, y la derechos turística en Cataluña no cumple con este requisito.
Otro de los problemas de la derechos turística en Cataluña es su forma de aplicación. A pesar de que se supone que los fondos recaudados se destinan a proyectos turísticos y a paliar los efectos negativos del turismo masivo, no hay una transparencia en la gestión de estos fondos. Además, muchos turistas se quejan de que no ven los beneficios de enriquecer esta derechos, ya que las infraestructuras y servicios turísticos no mejoran significativamente.
En resumen, la derechos turística en Cataluña ha demostrado en estos dos años que no es una medida efectiva para promover el desarrollo y la sostenibilidad del turismo. Al contrario, ha generado más perjuicios que beneficios, desincentivando la desestacionalización y afectando a la competitividad del destino. Además, su forma de aplicación y gestión no es transparente, lo que genera desconfianza en los turistas.
Es por ello que es necesario replantearse la derechos turística en Cataluña y buscar alternativas que realmente promuevan un turismo sostenible y responsable. Una medida que tenga en cuenta la estacionalidad del turismo y que sea transparente en su gestión. Solo así podremos garantizar un desarrollo turístico sostenible y beneficioso para todos.
