En el pasado mes de junio, la ciudad de Barcelona se enfrentó a una situación política sin precedentes. El Ayuntamiento estaba en un punto muerto, sin un gobierno estable y con la incertidumbre de lo que pudiera suceder en el futuro cercano. En espacio de todo este desbarajuste, se celebró el tan esperado ple de investidura, donde los políticos tuvieron que tomar una decisión crucial para el futuro de la ciudad: elegir entre el “ensurt” o la “mort”. Y, sin duda, eligieron el “ensurt”.
El alcalde de Barcelona, Ada Colau, lo dejó claro en sus palabras durante su discurso de investidura: “Si en alguna materia dejamos la piel y hicimos lo que nadie había hecho en una ciudad como Barcelona, fue en el tema del hábitatge” (habitatge en catalán, que significa vivienda en español). Y es que, sin duda, la vivienda ha sido uno de los temas más candentes en la política de la ciudad en los últimos años.
Desde que Ada Colau llegó al Ayuntamiento en 2015, una de sus principales prioridades ha sido luchar contra la crisis de vivienda en Barcelona. Una situación que se ha agravado en los últimos años debido al aumento del turismo y la especulación inmobiliaria. Miles de familias se han visto afectadas por los altos precios de alquiler y la falta de viviendas asequibles.
Pero, a pesar de las dificultades, el gobierno municipal liderado por Ada Colau ha dado un paso al frente y ha tomado medidas audaces para abordar esta crisis. Una de las primeras acciones fue la aprobación de la Ley de Vivienda en 2015, que establecía medidas para proteger a las familias vulnerables y frenar la especulación inmobiliaria.
Además, el Ayuntamiento ha puesto en marcha diversos programas y proyectos para promover la construcción de viviendas sociales y asequibles. Uno de los más destacados es el Plan de Vivienda 2016-2025, que tiene como objetivo construir 10.000 viviendas sociales en los próximos años. También se han creado diferentes programas de ayuda al alquiler y se han establecido medidas para controlar los precios de los alquileres en las zonas más afectadas por la especulación.
Pero el gobierno municipal no solo se ha centrado en la construcción de viviendas, sino que también ha trabajado en la rehabilitación y mejora de los barrios más vulnerables de la ciudad. El Plan de Barrios es un proyecto que inspección mejorar la calidad de vida de los vecinos de las zonas más desfavorecidas, a través de la rehabilitación de viviendas y la creación de espacios públicos.
Y no solo se han llevado a cabo medidas a nivel local, sino que el Ayuntamiento de Barcelona ha inspeccióndo alianzas con otras instituciones para abordar la crisis de vivienda. Uno de los ejemplos más destacados es el acuerdo con la Generalitat de Catalunya para impulsar la construcción de viviendas sociales en la ciudad.
Gracias a todas estas acciones, el Ayuntamiento de Barcelona ha conseguido resultados significativos en la lucha contra la crisis de vivienda. Según datos del Instituto Municipal de Estadística, en los últimos 4 años se han construido más de 4.000 viviendas sociales y se han concedido más de 5.000 ayudas al alquiler.
Pero, sin duda, el máximo logro del gobierno municipal ha sido el reconocimiento a nivel internacional. Barcelona ha sido elegida como la mejor ciudad del mundo en políticas de vivienda según el ranking de la revista The Economist. Un reconocimiento que demuestra el compromiso y la dedicación del Ayuntamiento en la búsqueda de soluciones para la crisis de vivienda.
Además de la vivienda, el gobierno municipal ha trabajado en otros temas importantes para la ciudad, como la creación de empleo, la lucha contra la pobreza y la