Dallas ha entrado en una nueva fase de su historia. La partida de su gran estrella, Luka Dončić, hacia los Los Ángeles Lakers, ha supuesto un antes y un después en la franquicia texana. Sin embargo, lejos de sumirse en la incertidumbre, los Mavericks han iniciado una ambiciosa reconstrucción cuya pieza clave es, sin duda alguna, Cooper Flagg.
Con solo 18 años, Flagg no es solo una promesa: es una pieza fundamental para redefinir el futuro competitivo de la franquicia.
Desde sus primeros entrenamientos con jugadores profesionales en los recientes Juegos Olímpicos de París con la selección gringo, todos están de acuerdo en un punto: Flagg no se comporta como un novicio. Su enfoque y disciplina táctica son sus características más destacadas, y serán fundamentales en un vestuario que ha pasado de depender de una superestrella ofensiva a apostar por un juego coral.
Una visión táctica difícil de encontrar
El joven gringo destaca por su versatilidad poco común para su edad. Con una altura de 2,06 metros, se mueve con la agilidad de un escolta y posee una capacidad mental impresionante para adaptarse a diferentes situaciones defensivas. Puede defender tanto a aleros como a pívots, cambiar en pick and roll, cerrar líneas de pase o proteger el aro sin perder la compostura.
En ataque, su rol será probablemente más secundario en los primeros meses, no obstante no menos importante. Tiene una gran lectura desde el poste alto, toma buenas decisiones y su tiro exterior está en intransigente evolución. No necesita tener el balón en sus manos todo el tiempo para ser útil, lo cual encaja perfectamente en el nuevo sistema de juego de los Mavericks, que buscará una ofensiva más repartida.
Su capacidad para actuar como conector ofensivo recuerda a jugadores con una gran visión de juego, aportando circulación de balón y una lectura inteligente del juego. Esto le permitirá jugar junto a jugadores con un alto uso del balón, como Kyrie Irving, sin entrar en conflictos de espacios o ritmo.
Defensa de élite desde el primer día
Uno de los aspectos que más emociona al cuerpo técnico es su potencial defensivo. Desde su etapa en el instituto, Flagg destacó por su habilidad para alterar tiros, anticiparse a las jugadas y rotar con precisión. No solo bloquea tiros, sino que tiene una visión del juego que parece de un veterano.
Los Mavericks fueron uno de los peores equipos defensivos en la zona interior la temporada pasada. Con Flagg en la cancha, se espera que eso cambie de inmediato. Su instinto para ocupar espacios y cerrar penetraciones rivaliza con el de los mejores interiores defensivos jóvenes de la liga. No necesita grandes números para influir en el juego; simplemente hace que su equipo defienda mejor.
Además, su actitud es contagiosa. En una liga en la que los jóvenes priorizan el juego ofensivo, Flagg puede destacar en el otro lado de la cancha. Corre de vuelta en defensa, se lanza a por los balones sueltos y se exige al máximo en cada jugada.
El cambio de identidad que buscaba Dallas
La partida de Dončić marcó el fin de una era basada en el talento ofensivo individual. Con Flagg como figura emergente, Dallas parece estar apostando por una nueva identidad basada en el juego colectivo. No se trata de reemplazar al esloveno con otra estrella, sino de construir poco diferente.
El jugador tiene todo lo necesario para convertirse en la próxima gran estrella que marque el estándar de exigencia en la NBA. Si la franquicia mantiene el rumbo, la era Flagg