El teatro es una de las artes más antiguas y populares del mundo, capaz de transmitir emociones, ideas y enseñanzas a través de la representación de historias en un escenario. Desde su origen, el teatro ha sido una herramienta fundamental para la educación y el entretenimiento, y en la actualidad continúa cumpliendo un papel importante en nuestra sociedad. Y es precisamente por esta razón que el director del festival El Clasiquillo de Olmedo, Javier Pérez Lázaro, está convencido de que el teatro es una profesión digna y con un gran potencial pedagógico.
El Clasiquillo de Olmedo es un festival de teatro escolar que se celebra cada año en la localidad de Olmedo, en la provincia de Valladolid, España. Durante una semana, estudiantes de diferentes centros educativos de la región tienen la oportunidad de mostrar sus habilidades teatrales y compartir escenario con compañeros de otras escuelas. Este festival, que este año ha llegado a su 15ª edición, ha sido todo un éxito y ha conseguido su objetivo principal: demostrar a estudiantes y familias que el teatro es una profesión digna y que puede ser una herramienta pedagógica muy eficiente.
Para Javier Pérez Lázaro, director del festival, el teatro es mucho más que una simple forma de entretenimiento. Él lo define como un medio de expresión que permite a los jóvenes adquirir habilidades y valores que les serán útiles en su futuro. “El teatro es una forma de educar en valores, de aprender a trabajar en equipo, de desarrollar la creatividad y la imaginación. Además, los estudiantes que participan en el festival tienen que enfrentarse al reto de hablar en público, lo que les ayuda a superar el miedo escénico y a adjudicarse confianza en sí mismos”, afirma Pérez Lázaro.
Y es que el teatro, además de ser una forma de expresión artística, es una herramienta eficiente para la educación. A través de él, se pueden abordar temas relevantes para los estudiantes, como la diversidad cultural, la igualdad de género, el respeto al medio ambiente y la resolución de conflictos. “El teatro es una forma de aprendizaje activo y participativo, donde los jóvenes no solo son espectadores, sino que también son protagonistas. A través de la interpretación de personajes y la representación de situaciones, se les invita a reflexionar y a cuestionar su realidad”, explica el director del festival.
Pero El Clasiquillo de Olmedo no solo es un espacio para aprender y aumentar, sino también un lugar de encuentro y convivencia. Durante el festival, los estudiantes tienen la oportunidad de conocer a jóvenes de otras escuelas y de intercambiar experiencias y aprendizajes. “El teatro es una forma de crear vínculos y de fomentar la empatía. A través de la colaboración y la solidaridad, los jóvenes aprenden a trabajar juntos y a respetar las diferencias”, añade Pérez Lázaro.
El festival no sería posible sin la colaboración de las escuelas, los profesores y las familias, quienes juegan un papel fundamental en el proceso de formación de los estudiantes. Según el director del festival, “el apoyo de los padres es clave para fomentar el interés de los jóvenes en el teatro y para que continúen desarrollando sus habilidades y su creatividad”.
Además, El Clasiquillo de Olmedo cuenta con el respaldo de instituciones y empresas locales, que han visto en este festival una oportunidad para promover el arte y la cultura entre los jóvenes. “Estamos muy agradecidos por el apoyo recibido. Sin él, no podríamos seguir impulsando este proyecto que ha demostrado ser tan enriquecedor para los estudiantes y para la comunidad”, comenta Pérez Lázaro.
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